Escrito por Rosa María García y publicado en la Información de Madrid el 8 de Febrero de 1995
Ainhoa, de seis años, padece el síndrome de Down.
El mayor problema que Ainhoa tiene en la actualidad no es su minusvalía -padece el síndrome de Down-, sino que no sabe tocar las castañuelas. Ella permanece ajena a la cruzada que su familia ha emprendido contra un gimnasio complutense por entender que es víctima de una discriminación, al no permitir que reciba clase con niños de su misma edad.
Ainhoa López es una pequeña alcalaína de seis años que padece, según los especialistas, una minusvalía psíquica de un 33% y que ha sufrido dos operaciones a corazón abierto. Los cardiólogos del Ramón y Cajal aconsejaron a su familia que la niña hiciera ejercicio para fortalecer sus músculos; por esa razón, la madre de la pequeña decidió apuntarla a aeróbic en el gimnasio Alcalá 2000.
No se concentraba
En el primer día de clase y a la media hora de empezar los ejercicios, la profesora comunicaba a la familia que la niña no se concentraba “porque era un deporte muy difícil para ella” y que lo mejor sería integrarla en sevillanas. Allí permaneció Ainhoa, con otros niños de entre 5 y 8 años, durante otra media hora. Al final de la clase, la profesora dijo a la madre y a la hermana que la niña “estaba capacitada para mover los brazos y las piernas, pero que no sabia tocar las castañuelas”, recuerda Sonia López, hermana de Ainhoa. Fue la primera y la última clase de la pequeña. Su familia, indignada y abatida, ha anunciado medidas legales contra el centro.
Desde el gimnasio, sin embargo, no se quiere hablar de discriminación. “A la niña se la ha admitido; aquí no se rechaza a nadie”, explica Guadalupe Gil, directora del gimnasio Alcalá 2000, quién asegura que la actitud del centro se debe únicamente a razones de edad mental. “La niña físicamente tiene seis años, pero síquicamente tres, por lo que tendría que estar con los niños de esa edad, que no hay en este gimnasio”.
Ainhoa estudia 1º de EGB en el colegio público de integración Henares y comparte aula con niños de su misma edad. “Los psicólogos y pedagogos tardaron un año en evaluar la minusvalía de mi hermana. No entiendo cómo en el gimnasio pudieron hacerlo en tan solo media hora”, afirma Sonia.
Guadalupe Gil niega una y otra vez que el gimnasio haya discriminado a Ainhoa por padecer el síndrome de Down y ha prometido a la madre y a la hermana que en cuánto se forme un grupo de niños de tres años las avisará. La familia ha anunciado que denunciará el hecho en comisaría. Hasta entonces, Ainhoa ha sido admitida en otro gimnasio donde baila, que es lo que ella quiere hacer.