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No lo entiendo, creo que aquí tiene que haber «tomate», porque no lo entiendo. Como ya me he acostumbrado a ser un rato pedante, creo que tengo que hacer una «introducción un poco cursi» para luego entrar en «harina».

En la mesa en la que aporreo mi ordenador, tengo dos montoncitos de papeles. Uno de ellos tiene a modo de pisapapeles un trozo del muro de Berlín. Lo cogí in situ – piqueta mediante- en 1991. Ahora no podría hacerlo, aunque la última vez que visite la capital alemana en 2007 pude encontrar a modo de souvenir, trocitos del muro – que se vendían a precio de oro-, por lo que pensé que se le había puesto precio a la libertad -no me gustó demasiado la promoción turística la verdad-.

El otro montón de papelujos, se encuentra sujeto por una piedra, que recogí de las playas de Normandía en 2004, cuando se cumplía el 60 aniversario del desembarco.

El muro y el desembarco simbolizan dos grandes errores del siglo XX. El muro de Berlín -símbolo de la guerra fría- fue el resultado de la desazón, del enfrentamiento y de una absurda falta de diálogo. De la segunda guerra mundial, – yo creo que de todas las guerras- creo que más de lo mismo. Las guerras son producto de la estulticia, de la falta de diálogo, de la cerrazón y de las ganas de bronca.

A mi modo de ver, Javier Bello encarna en si mismo la estulticia, la provocación y las ganas de bronca. ¿Puedo equivocoarme?. Si dijese que no, sería petulante, pero ¿ Puedo decir que me he equivocado?

Creo que soy petulante. Para cualquier ciudadano de a pié, Bello encarna todo eso.

Los complutenses, mediante nuestros representantes elegidos democráticamente, le hemos pedido a nuestro primer edil – accidental según unos, no elegido según otros-, que nos cuente – en persona- las milongas del affaire ese de la Púnica, vamos el Cofely/waiters. El Sr. Bello había pedido luz y taquígrafos y además no ha tenido pudor en reconocer qué el mismo era conocedor de la «mano que había traído la Púnica a nuestra ciudad»

Pues llega el Sr. Bello y se nos descuelga con que si declara, es por escrito, ¡¡¡Jódete!!! y a nosotros que nos zurzan, que nos quedamos sin luz y taquígrafos. ¿De qué nos sirve pasar por las urnas?

¿Por qué Bello tiene tantas ganas de bronca?¿ Por qué Bello quiere provocar a todos sus vecinos?

¿Qué gana Bello chuleándonos a los complutenses?¿Que tiene que esconder Bello, para que tanto le preocupe rendir cuentas ante sus conciudadanos?

Tengo muy claro que mis preguntas no tendrán respuesta. Lo de siempre, tenemos lo que nos merecemos

El alcalaíno impenitente

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