La semana ha tenido lo suyo en la política. Siempre he tratado de pasar por alto el tema de la publicidad institucional, con sinceridad «me resbala» ver como cuatro o cinco junta letras sin escrúpulos se pegan por los cuatro duros que se esparcen desde el Ayuntamiento, dinero que se reparte ciertamente con la única finalidad y con la fluidez que depara el esperar que se hable bien de uno mismo. Por eso esquivo ese tema tan asqueroso, aunque ciertamente parezca noticia para otros, creo que Alcalá debe caminar en otra dirección.

Prefiero hablar de la Ciudad Deportiva de Espartales. Considero deleznable el espectáculo que se ha tejido sobre esa ciudad, entregada 11 años después de puesta su primera piedra, y acabada hace 4 años.

Durante estos cuatro años hemos tenido demagogias baratas de uno y otro lado, aunque ninguno de los contendientes estaba en condiciones de estimar quién era el culpable real del asunto.

Pero creo que es lamentable una vez más el espectáculo ofrecido por el Alcalde accidental de la ciudad – no elegido por los ciudadanos-, que no ha tenido ningún problema en presentar como un logro ciudadano, lo que le ha venido dado por circunstancias electorales. Hablar de la tremenda jeta del titular del convento, al tener cojones de soltar esas lindezas después de casi tres años – desde que alcanzó la alcaldía-, dando largas sobre la ciudad deportiva y amenazando incluso con encadenarse – debe haber tenido efecto la amenaza-………… y ahora resulta que la consecución de la ciudad deportiva; es un triunfo de los complutenses, ¡¡¡jodete!!!…………

¿Los alcalaínos? ¡¡¡NO!!!, las elecciones son las que han posibilitado que Alcalá reciba la Ciudad Deportiva de Espartales. Los alcalaínos querían la ciudad deportiva hace uno, hace dos y este Mayo, pero no había Ciudad Deportiva de Espartales, ¿Por qué si la hay ahora? ¿Por qué emplea Bello esa demagogia barata con nosotros? ¿Somos tontos o estúpidos?

Ahora Bello anda rasgándose las vestiduras y peloteando a los ciudadanos después de mariconear durante tres años. A Bello se lo han puesto a huevo, pero ¿Será Bello capaz de poner en funcionamiento la Ciudad Deportiva de Espartales antes de las elecciones?

Porque si para recepcionarla hemos tardado 3 años, ¿Cuánto tiempo tardaremos en ponerla en funcionamiento?.

Hablando en términos estrictamente deportivos – no puede ser de otra manera- Bello ha utilizado el tiempo que cualquiera de los mortales tarda en hacer una maratón, para cruzar la línea de meta de los 100 mts lisos, eso sí, si los complutenses abrimos la ciudad, será merito única y exclusivamente nuestro, de nadie más. Claro, clarito lo tengo.

Cierto, la política local ha dado más de sí en esta semana. Anselmo Avendaño ha anunciado que concurrirá a las primarias para poder ser nuevamente candidato a la Alcaldía de Alcalá de Henares. Los suyos lo considerarán una buena noticia, sus rivales yo creo que no tanto, pero lo que está claro es que Avendaño seguirá en Alcalá para dar caña burra del Henares, buscando conseguir aquello que otros se dejaron en el papel.

Avendaño, a estas alturas de la jugada, tiene que tener muy clarito que los papeles pueden soportarlo todo……. todo, con lo que nos queda todavía más clarito que Bello y Avendaño, nones. Por eso Avendaño ya dijo hace mucho tiempo en este panfleto en el que junto letras, que quiere gobernar, que se ha hartado de ser un segundón al que un listo con ínfulas pueda engañar. ¿Alguién ve a Avendaño de Primer Teniente de Alcalde en un equipo de Gobierno liderado por Bello?. Hombre, eso de que la política hace extraños compañeros de cama está a la orden del día…….., pero vamos que muy complicado.

Si Avendaño se marcó un farol, sólo lo sabrá él. Ya lo dije en otra ocasión, veo complicado que Anselmo se descalce sus cómodas Salomon de montaña para ponerse unas manoletinas y echarse al albero. Chungo, chungo porque nadie ve al de Gijón en esos bretes.

Viendo como se pone el panorama pudiera ser que el grito de guerra de todos los partidos Políticos fuese el ¡ Que viene Bello! como manera de llevarse de calle a un electorado harto de promesas incumplidas.

 

Lo de siempre

Tenemos lo que nos merecemos

El Alcalaíno impenitente

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