(Editorial/E.G.S-S) La imputación de Javier Bello cierra uno de los episodios más oscuros – si no el más oscuro- de la historia política complutense.

Javier Bello nunca debió ser Alcalde de Alcalá de Henares, y nunca fue elegido para ello; el resultado  de la carambola de su investidura como Alcalde, es un rosario de procedimientos jurídicos abiertos, así como su enfrentamiento no sólo con la militancia popular, sino también con todos los estamentos de la sociedad complutense.

Si el Partido Popular siguiera al pie de la letra sus postulados deontológicos, Javier Bello habría dimitido el mismo día en que se conoció su imputación. Sin embargo, nada presagia la dimisión de Bello, y todo apunta a que éste se aferrará a su acta de edil.

Controvertido y polémico donde los haya, la carrera política de Bello finalizó el día después de ser investido Alcalde;»el papel lo soporta todo» dijo un Bello que inexperto en esas lides, vería como su palabrería le llevaría – en este caso- al juzgado, cuando los concejales de UPyD denunciaron los pagos en publicidad Institucional a dos medios locales.

Fueron los alcalaínos -en las pasadas elecciones del 24 de Mayo- los que dejaron muy claro que no querían ver a Bello al frente del Ayuntamiento, y ahora debe ser el Partido Popular quien tome cartas en el asunto, zanjando la dimisión o cese de Javier Bello.

Resulta del todo incomprensible, que el Presidente del Partido Popular de Alcalá, sea un imputado por la justicia.

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