Fotografía: Ricardo Espinosa Ibeas. Prohibida su reproducción total o parcial sin el consentimiento expreso del autor.

José Carlos Canalda , ha estudiado la situación de las fuentes de la ciudad como parte del patrimonio ornamental de la ciudad, patrimonio que se ve resaltado por la excelente fotografía artística de Ricardo Espinosa Ibeas.

Ubicada inicialmente en la plaza de Cervantes, concretamente en el extremo que linda con la calle Mayor -llamada por algunos autores de la época la “esquina de los peces” a causa de estar frecuentemente encharcada-, fue trasladada en 1874 a la vecina plaza de San Diego, quedando situada frente a la fachada de la universidad. Por aquel entonces, por cierto, tan sólo tenía dos únicos caños.

Fue en 1949, con ocasión de un nuevo traslado a la antigua Puerta de los Mártires, al final de la calle de Libreros, cuando se le instalaron otros dos caños más, adquiriendo su nombre popular por el que fue conocida desde entonces y que a su vez transmitió a esa plazoleta, imponiéndoselo sobre el oficial -e histórico- de Puerta de los Mártires.

La fuente de los Cuatro Caños fue siempre una fuente plebeya, ya que en aquellos tiempos en los que el agua corriente era un lujo asiático -las primeras conducciones domésticas de agua potable no se acometieron en Alcalá hasta 1947, y ni tan siquiera llegaban entonces a todas las casas- nuestra fuente era uno de los principales puntos de suministro de agua para los alcalaínos de entonces, así como para los aguadores tal como reflejan algunas fotos añejas. Por esta razón su diseño era sencillo y esencialmente funcional, con un pilón circular y un pináculo central de forma piramidal -que en su día soportó un farol en su cúspide- como única concesión artística, junto con los cuatro caños que le daban nombre simétricamente distribuidos, unos simples cilindros de piedra, rematados con sendos casquetes semiesféricos, de los que salían sus respectivos caños. El material en el que estaba realizada la fuente era piedra caliza.

Cuando cambiaron los tiempos y la fuente perdió su función original, alguien en aras del “progreso” decidió, un mal día de 1968, llevársela por delante, supongo que porque le parecería fea y antigua, poco acorde sin duda con la “modernidad” ramplona que se puso de moda en esa época. Lo triste del caso fue que en el lugar que ocupaba no se instaló nada en sustitución suya -un escritor de la época lo bautizó atinadamente como la plaza del “redondel pelao”, al tiempo que Alcalá perdía de forma tan gratuita una de sus señas de identidad que, no por modesta, dejaba de ser merecedora de respeto. Eso sí, algunos de los antiguos caños fueron reutilizados en otros lugares de la ciudad tales como la plaza de Atilano Casado o la propia plaza de los Cuatro Caños, esta vez como prosaicos suministros de agua para viandantes sedientos, aunque con el tiempo también acabarían desapareciendo.

Esta situación duró hasta que, en 1991, el Ayuntamiento decidió reconstruir la fuente, labor de la que se encargó el arquitecto municipal José María Málaga basándose en fotografías antiguas de la misma. Desde entonces su réplica se alza en el emplazamiento -el tercero- de la original, todavía sin la pátina de los años pero cumpliendo dignamente su misión, ya puramente ornamental.

Texto: ©José Carlos Canalda Cámara

Fotografía: Ricardo Espinosa Ibeas

Prohibido cualquier tipo de reproducción total o parcial sin el consentimiento expreso de los autores

 

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