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plazapatrimonio(Editorial) Ha trascurrido ya una semana desde los comicios municipales del pasado Domingo, y la perspectiva permite ya vislumbrar el camino por el que trascurrirá la política local durante los próximos cuatro años. Los votos de los alcalaínos han dejado ganadores y perdedores.

En el lado de los ganadores, tenemos que situar en primer lugar a Somos Alcalá -18.298 votos-. La formación vinculada a Podemos y Equo no ha dejado indiferente a nadie y se ha plantado con 6 concejales en el consistorio. Su campaña, se ha basado en pescar donde tenía caladero, y los círculos vinculados han hecho un trabajo excepcional, posibilitando una opción de gobierno real. Podemos entrará o no en el gobierno municipal, pero desde luego condicionará la política complutense durante la legislatura. Ahora queda ver si Somos Alcalá es capaz de desprenderse del marchamo de bolivarianismo con el que han sido etiquetados. De momento, el partido morado ha solicitado una auditoría de cuentas en el Consistorio y ha pedido una importante reducción de los salarios de los ediles, pero no ha dicho nada sobre los multimillonarios salarios que una parte de los funcionarios municipales atesora, ni tampoco sobre los múltiples privilegios que la clase funcionarial del consistorio ha acumulado. Si Somos Alcalá quiere eliminar la etiqueta de bolivarianismo, por ahí tiene el camino a seguir. Si en algo se ha caracterizado el bolivarianismo ha sido precisamente en la creación y mantenimiento de clientelas, y nada sería más demagógico que pedir que los ediles no perciban remuneraciones superiores a los 30.000€ brutos anuales, tolerando que 26 funcionarios del Consistorio perciban más de 100.000€/año.

También hay que situar en el lado de los ganadores a la España2000 de Rafael Ripoll, -5.237 votos-  que ha logrado desprenderse de los clichés fáciles y radicales con los que buena parte de sus compañeros de escaño le han etiquetado a lo largo de la legislatura. Ripoll ha estado a punto de conseguir un segundo concejal, además de haber logrado una importante implantación en el Corredor del Henares, lo que consolida y da fuerza al proyecto de la formación socialpatriota. Esta consolidación también deja en entredicho la consabida actitud del resto de los partidos del consistorio, que de manera reiterada han ignorado -y pretenden ignorar- la voluntad de varios miles de  complutenses.

La Izquierda Unida de Pilar Fernández – 4.716 votos- también puede situarse en el lado ganador de la tabla. La fuerza de Podemos ha fagocitado a Izquierda Unida en buena parte de España, siendo Madrid uno de los epicentros. Sin embargo la politóloga ha logrado sobrevivir, aunque sus futuras actuaciones tendrán que ser bien medidos para evitar traumas innecesarios.

Ya en medio de la tabla nos encontramos con los Ciudadanos de Miguel Angel Lezcano -12.367 votos-, a los que su resultado, ha dejado con un amargo sabor de boca, ya que no es lo mismo ser llave de gobierno, que un mero espectador. Y es que ese es el papel que le depara al Partido Naranja en la ciudad. La novedad y su irrupción no permiten despejar, si un candidato diferente hubiese logrado en la ciudad atraerse el «voto útil» de los 2.652 votantes que todavía optaron por Unión Progreso y Democracia.

En el lado de los perdedores tenemos que situar a la Unión Progreso y Democracia de Anselmo Avendaño -2.652 votos-, que ha visto como su resultado en la ciudad ha sido el mismo que en el resto de España: nada de nada. El voto útil de los cabreados con los partidos tradicionales ha optado mayoritariamente por el partido Naranja,- cosa distinta es el voto a Somos Alcalá- dejando a los magentas fuera del consistorio. Loable el gesto de Anselmo Avendaño y Ricardo Rubio, de sufragar de su propio bolsillo los gastos inherentes al procedimiento abierto por los gastos en publicidad institucional en el Ayuntamiento de Alcalá, que permitirá conocer si realmente las cosas se ajustaron a la ley o no.

En el lado perdedor tenemos en primer lugar a los Socialistas de Alcalá -21.371 votos-. Sus resultados no les han permitido gobernar en solitario siendo la fuerza más votada, y les obligará a pactar. Aunque no hay muchas dudas de que Javier Rodríguez Palacios será el próximo Alcalde, su victoria ha sido pírrica, máxime teniendo en cuenta el escaso tirón de su principal rival. La derrota del rival nunca puede considerarse una victoria propia, y si Javier Rodríguez ha sido incapaz de vencer – con todas las facilidades del mundo por delante y sólo le hayan faltado 218 votos- dicen poco de la empatía y el saber hacer del candidato socialista. Tiene 4 años para demostrar lo que hasta ahora no ha hecho. Además Javier Rodríguez tiene que tener muy claro, que en Alcalá, los pactos no deben quedarse en el papel, por mucho que este los soporte.

Evidentemente el gran fracasado ha sido Javier Bello, que ha precipitado al Partido Popular -21.587 votos- a los peores resultados en unos comicios locales de Alcalá de Henares en toda su historia. – la refundación del Partido Popular se produjo en 1.989, y en las elecciones de 1991, el Partido Popular de Alcalá,  logró un 25,7% de los votos, superior al 24,08% logrado en esta ocasión-. Ese nuevo mínimo histórico logrado por Bello, no ha sido sino el refrendo de lo que toda la ciudad ya sabía, e incide en lo que ya aconteció en 2011, tras la sorprendente irrupción de Bello en la lista electoral. Ya entonces el Partido Popular de Alcalá fue la excepción del Partido Popular de Madrid, ahora la cuesta abajo se ha confirmado quedándose en el camino desde 2007 el voto de casi 19.000 complutenses que entonces fueron populares.

Tiene razón el todavía primer edil complutense, que «en un gesto de humildad sin precedentes», ha justificado su descalabro en «la clave nacional del voto». Evidentemente Alcalá no ha podido ser una excepción a la regla nacional, en una corrupción que estos días es aireada en los medios de comunicación nacionales. Desde luego nuestra ciudad, no ha pasado inadvertida a los ojos de estos mismos medios. La campaña electoral no ha sido una excepción y Bello ha sido nuevamente protagonista por sus estridencias. Evidentemente son sólo los militantes populares complutenses los únicos con capacidad de juzgar ésto.

Pero situar «la clave nacional» en los municipios colindantes con el  complutense, si que puede resultar un insulto a la inteligencia de los militantes populares Complutenses. Meco o Torrejón de Ardóz, han tenido claro que sus gobiernos deberían ser azules y no han tenido ningún reparo en votar en clave local a Pedro Luis Sanz Carlavilla o Pedro Rollán, que han logrado holgadas mayorías absolutas evitando verse contaminados por «la clave nacional» del Partido Popular. Bello tendría que ser más explicito a la hora de rendir cuentas y espiar el motivo real por el que los complutenses no han querido votar en clave local.

Justificar las críticas vertidas en una lista – elaborada por él mismo- que ha sido blanco de las críticas tanto por la militancia como por la ciudadanía, es algo fuera de lugar, cuando lo que ha juzgado la ciudadanía, ha sido la gestión del primer edil saliente. Echar balones fuera no conduce a ningún lugar, y las responsabilidades hay que buscarlas en uno mismo. Bello ya ha dado a entender, que parte de su candidatura abandonará el barco en caso de no salir elegido Alcalde, lo que dice mucho del «amor» de la candidatura a la ciudad. Si Javier Bello habla de pactos a tres bandas para evitar que los bolivarianos tomen el control de la ciudad, lo primero que debería hacer es ponerse a disposición de las otras fuerzas políticas buscando un consenso, en el que él podría no ser cabeza de lista, circunstancia que no se va a producir porque Bello considera que los 218 votos de ventaja, le legitiman como Alcalde frente a los 70.000 complutenses que se han posicionado en su contra.

Ahora mismo es muy dificil calibrar si Bello seguirá ligado al consistorio. Bello ha aireado en repetidas ocasiones que su vida tiene sentido más allá de la política, por lo que teniendo en cuenta la medida del boquete provocado, sería lógica su marcha. En caso de optar por la permanencia, esta se verá condicionada tanto por la consensuada Auditoría como por el rítmo al que la justicia trabaje de cara al esclarecimiento de los asuntos judicializados.